lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Empezar a vivir o vivir en el pasado?

Fernando me invitó a salir el viernes pasado. Fuimos a beber cerveza, platicar y bailar. La verdad creí que no pasaría de una charla sobre nuestras vidas. Me confesó que era gay, y que yo le gustaba.

Me pregunto, aún, si estas confesiones las había hecho por haber bebido mucho. El problema llegó cuando me besó. Estoy realmente confundido. Todo pasó tan rápido que después del beso, termine por quedarme callado.

Estoy terminando de procesar aquel suceso. Debo aceptar que no lo esperaba, pero también acepto que me gustó. Me hizo temblar. Fue uno de esos besos que llegan a ponerte nervioso de un momento a otro.

Después de aquel día no hemos podido hablar. No sé si fue mi actitud o que estamos estresados con las entregas de proyectos.

También debo contarte que el fin de semana, decidí salir a festejar el “día de muertos”. Quería pasar el día con mis muertos. Recordarlos. Gabriel está en su urna en la iglesia de la Santa Veracruz, a un lado de la Alameda Central.
Lleve aquellas flores que tanto le gustaban: girasoles, acapulcos y gladiolas. El departamento siempre estaba lleno de estas flores. El me contó que esas flores las amaba porque le recordaban a su abuela. Ella murió dos años antes que él. El mismo día murieron los dos.

Estuve ahí cerca de dos horas, platicándole mi vida, como si aún pudiera escucharme. Al salir de la iglesia, me llamaron mis amigos Joel y Alejandro. Me invitaron a visitar las ofrendas de Ciudad Universitaria. Nos vimos media hora después de aquella llamada.

Al terminar la visita, decidí ir a casa de mis padres. Ahí están la urna de mi abuela. Al llegar a casa fui recibido con singular alegría por parte de mis padres. Mi madre estaba preocupada de que pudiera hacerme daño o me deprimiera esos días.

En una mesa especial, estaba la ofrenda y la urna de mi abuela. Al verlo sentí como aquel último abrazo que me dio. Recordé todos esos momentos que había pasado a su lado. Sonreí y me preparé para ayudar a mi madre con su negocio.

Algunas veces me pone muy triste saber que mis dos personas favoritas ya no estén. No creo ser el único ser humano en el mundo que extrañe a alguien, pero tampoco el último. 

Es difícil decir adiós, pero como dice el dicho: “el muerto al pozo, y el vivo al gozo”.


Ahora me toca decidir qué haré respecto a aquel beso. Tengo que decidir qué quiero para mí. En este momento solo me dedico a pensar si realmente quiero empezar algo de nuevo.

domingo, 27 de octubre de 2013

Un año quebrado

Ha sido un año muy difícil. Han pasado casi doce meses desde la última vez que escribí mi diario. Me parece sensato contarte por qué dejé de escribir.

Gabriel, después de enfrentar  a sus padres, decidió que no podía seguir más. Se suicidó la noche del 24 de Diciembre; Rocío y yo terminamos un mes después. No ha sido un año fácil. La universidad ha sido mi refugio: altas calificaciones, y muy pocos amigos.

Ha sido un año quebrado, como dice la canción de Hello Seahorse, pero también han pasado cosas interesantes. Después de la muerte de Gabriel y el rompimiento con Rocío, la relación con mi padre mejoró; quizá no del todo, pero ya es un avance que podamos pasar juntos los fines de semana sin pelear.

Hace algunas semanas conocí a un chico que se llama Fernando. Es un chico muy simpático, y es muy amable conmigo. Ha sido de las pocas personas que se han acercado a mí después del cambio de actitud. Me gusta cuando intenta hacerme reír: sabe que algunos chistes de Pepito me matan de risa.

Poco tiempo después de la partida de Gabriel y Rocío, decidí entrarle a la meditación. Voy al Centro Budista de la Ciudad de México que está en la Roma (me queda a dos cuadras del departamento). Al principio solo lo hacía para no pensar, ahora lo hago para liberarme de cosas que no fueron mi culpa.

Pienso en lo bellos que fueron los momentos con Rocío y Gabriel, después los despido de mi vida. Es obvio que no se irán tan rápido de mi vida, creo que nadie se va por completo, pero llegará el momento en que dejen de doler.

He comenzado a comprender que después de las despedidas, viene un nuevo comienzo. Algunas veces me da risa al pensar que nunca estamos contentos con lo que tenemos, hasta que lo perdemos.

La vida nos da golpes muy fuertes, pero tenemos que seguir adelante. Algunas veces dudamos de nuestras acciones, pero siempre debemos tener la firmeza y responsabilidad de que nuestras acciones, todas, tienen consecuencias positivas o negativas.

Ya me aburrí de darte estas explicaciones. Me leí como mal predicador de iglesia cristiana. Me gustaría saber qué opinas de esto.

Estoy a puto de cerrar el cuarto trimestre de la carrera. No me va mal. Te prometo seguir escribiendo. En los próximos días te contaré mis planes, y lo que suceda con Fernando.
Bonita semana.